Alicia en el Pais de las Maravillas

El lenguaje en pleno delirio.

El Correo de la Selva

La Voz de los sin Voz,ácido, realista y mágico como la realidad latinoamricana.

De Ushuaia a la Quiaca

Música, música y más música.Y de la mejor.

3 idiotas

Una joya de Bollywood.

Mononoke Hime

Una maravilla de Miyazaki absolutamente sublime.

martes, 23 de agosto de 2011

Luciana Jury: Canciones brotadas... y compartidas.



Por Blanca Curia @Tawycuria

Con su cabellera de rulos soñadores, y sus gestos de niña traviesa, Luciana Jury llega al escenario casi tímidamente. El escenario no es tal, sino un espacio rodeado de gente que ansía escuchar su dulce voz. El lugar de encuentro es NoAvestruz, intimista, cómodo, pero la convocatoria de La Jury fue mayor de lo que la sala resiste. Aún así todos y todas se acomodaron lo mejor posible, y nada empañó una noche tan amena como cálida, una noche que la misma cantora bautizó como “un encuentro de almas”.

Comienza suavecito y como pidiendo permiso, una canción que deja ganas de más. La voz se desgarra con una pasión increíble. El repertorio, que va desde “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, hasta una zamba maravillosa como es “Canción de lejos”, nos conmueve, nos divierte, nos emociona, nos acaricia el alma.

Los invitados aparecen uno tras otro, algunos más y otros menos conocidos, pero ninguno menos talentoso.

Luciana Jury canta, pero también habla y comparte anécdotas, y un@ se siente como en una cena entre amigos. Sin ganas de irse.
Al final de la velada nos quedamos con ganas de más.
Pero para verla en vivo nuevamente habrá que esperar hasta octubre. Mientras tanto no dejen de comprar su cd "Canciones brotadas de mi raíz", sientensé con una buena copa de vino, y dejen que los sentimientos los inunden.



viernes, 19 de agosto de 2011

Foto de Familia

 *Por Alba Cecilia Curia @AlbaCeCuria

                Leo por ahí que hoy es EL DÍA MUNDIAL DE LA FOTOGRAFÍA, y trato de pensar ¿qué es la fotografía para mí? De a poco llegan los recuerdos…
                Mi abuelo andaba con la cámara al cuello cada vez bajábamos a la costa (en Chile, con el agüita bien fría y muchas gaviotas dando vueltas). Era una de esas cámaras Zenit, rusas (el abuelo siempre lo menciona). Creo que tenía partes plateadas, era hermosa, todavía lo es pero la vista del abuelo ya no le permite usarla así que, supongo, descansará tranquila en algún rincón de su casa en Santiago. Pero, vale decirlo, el germen fotográfico, se arraigó con fuerza en sus nietos y nietas.
                Había otra en casa, con estuche de cuero marrón, una Yashica  modelo "j35 (según puedo constatar ahora) y cuyos ¿cartuchos? de flash ya gastados iban a parar al árbol de Navidad. Me fascinaba, podía pasar horas revisándola, haciendo girar sus “ruedas”  y palancas, mirando a través del visor, jugando a fotografiar. Rara vez tenía rollo y, cuando tenía, tardábamos mucho en mandarlos a revelar porque el costo era elevado. Aun así el juego fotográfico era constante para mi hermana y para mí, ya fuera con fotos “reales” o fotos que sólo quedarían en nuestros ojos.
                Y entonces llegó mi propia Zenit (un poco, a penas, más moderna que la de mi niñez, regalo de mamá) que empezó a viajar conmigo a Chile (y a todos lados), donde mis primos tenían las suyas, también Zenit (casi una obsesión familiar). Y a partir de ahí el mundo compartido de la imagen; cuatro locos, ellos, mi hermana y yo, fotografiando lo que nos rodeaba. Eran fotos familiares, de las vacaciones juntos, sin rebusques de luces ni equilibrios compositivos, pero siempre ahí. Nosotros y la fotografía como un lazo, infaltable.
                Con el tiempo, ya en la facultad, vinieron las clases especializadas, teóricas algunas, semi-prácticas otras. Con  la cámara manual o la digital. Y siempre, siempre con ese amor incondicional por plasmar el mundo circundante.
                Por esas cosas que tiene la vida la FOTOGRAFÍA no se convirtió en algo profesional para mí, pero si en una actividad constante. En casa no hay rincón que no haya sido retratado, ni hay mascota que no tenga su imagen fijada para la posteridad. Salir con mi hermana (a un evento especial, el cine o una simple cena) es siempre un intercambio de flashes y disparos del obturador. Casi podría decir que tenemos tres ojos.
                Gestos, miradas, momentos. Todo plasmado con mayor o menor grado de “visión artística”.  Fotografiar es, para mí, para nosotras, para todos (o casi todos) en mi familia mucho más que una compulsión incontrolable por transformar en imagen quieta lo que estamos viviendo. Es, más bien, un embrujo, un instante sublime y fatal que se desea mostrar a alguien que no está presente. Es una fuerza imperceptible e ineludible que susurra al oído “guarda esta imagen, llévala contigo y muéstrasela al Mundo”. Y rara vez desoímos esa voz.
                Una vez, una profesora de Guión Fotográfico cerró una muy interesante charla con un ejercicio de “visualización” en el que (con nuestra mente, se entiende) recorríamos lugares hasta llegar junto a algún ser amado al que no veíamos hace mucho. “Abrácenlo” nos dijo, “y luego regresen”. Algo desorientados nos quedamos mirándola,“ok ¿y la fotografía que tiene que ver con esto?”, fue el pensamiento general. Entonces, con voz suave, ella sólo dijo: “Antes de mirar por el visor de sus cámaras, antes de accionar el registro de imágenes, abracen. Llénense de esos brazos y recién después fotografíen”. Para mí la FOTOGRAFÍA es eso, un grandísimo, inmenso abrazo a todo lo que intento retener en mí; un gigantesco deseo por contar historias y regalarlas a quien quiera mirarlas; un profundo amor por mirar pero no sólo con los ojos, sino con todo el cuerpo.
                En mi cuarto hay ahora unas cinco cámaras. Tres que no andan, entre ellas una polaroid de Kodak que llegó ya vieja y “retirada” a casa; la Zenit que reposa tranquila esperando volver al ruedo y la digital que “trabaja” como loca cada vez que rebrota la “manía” que mi abuelo supo despertar en mí. Algún día habrá más cámaras y esto será un museo (ese es el sueño eterno) mientras tanto, con permiso, sigan con lo suyo y no se asusten con los flashes.
               
PD: de “regalo” ahí van algunos trabajos de dos fotógrafos imperdibles.



Sebastião Salgado

Fotógrafo brasileño nacido en Aimorés, Minas Gerais, en 1944

En sus trabajos prima la temática social.








Edward Sheriff Curtis 
Fotógrafo nacido en Febrero de1868 en EEUU. Falleció en Octubre de 1952.
Recorrió el Oeste de su país retratando el modo de vida de los pueblos originarios. 






domingo, 14 de agosto de 2011

Orgullo en nombre del amor


*Por Alba Cecilia Curia @AlbaCeCuria

En un pueblo rural de Iowa en EEUU vive Alvin con su hija Rose. Sus días transcurren con esa cadencia lenta y cálida de los pequeños pueblos, done una noche estrellada, un soplo de viento y el tiempo de cosecha rigen la vida.
Pero el ritmo de las cosas se ve alterado cuando una llamada anuncia que su hermano,  al que Alvin no ve desde hace 10 años, ha sufrido un ataque cardiaco. ¿Cómo deponer las “armas” ante la pelea que lo alejó de él? ¿Qué  hacer con el orgullo que ha ido aumentando la distancia hasta poner 500 km entre ambos hermanos?
La idea del reencuentro se “acomoda” entonces en el aire y surge el germen del viaje. Sólo hay  algunos “pequeños” problemas. Alvin tiene varias dificultades físicas: usa bastones (dos a falta de uno), un principio de enfisema pulmonar,  la vista severamente dañada y, por si fuera poco, no tiene licencia de conducir.
Así, con escaso dinero y sin automóvil,  este hombre de 73 años, decide emprender un viaje a bordo un muy peculiar vehículo: su podadora de césped. 
Y aquí comienza una road movie muy especial, sin demasiadas pretensiones argumentativas ni visuales pero con una profunda sencillez. Eso es “The Straight Story (Una Historia Sencilla)”,  una pequeña gran historia de un hombre  sencillo emprendiendo un  viaje imposible hacia su propio interior.
El cine de Hollywood nos tiene acostumbrados a los viajes reparadores. Cada vez que alguien sufre un desensaño amoroso, un tras pies laboral o angustia existencial, el asunto se resuelve con una fuga hacia algún paraíso lejano.  Pero, afortunadamente, no todos los viajes son iguales, ni todo el cine cuenta lo mismo;  David Lynch elije acá pequeños personajes, con pequeñas historias, capaces de conmover con gestos simples, cotidianos, y  así da a luz esta hermosa y diminuta joya fílmica, que cuenta con una musicalización sublime, plagada de personajes cándidos que tiene además el aliciente de ser una historia real.
Una película sencilla que deja un dulce calor en el alma.



He Straight Story (Una historia sencilla)
 David Lynch
 Pierre Edelman, Michael Polaire
Guion:  
John Roach, Mary Sweeney
Freddie Francis
 Mary Sweeney
Año
Duración: 
 112 minutos


sábado, 13 de agosto de 2011

Los blogs también son lectura


Por Blanca Curia @Tawycuria

Cuando trabajamos todo el día en la pc, notebook, netbook, o símiles, a veces resulta un acto reservado para momentos célebres el sentarse a leer un libro. Pero por suerte existen los blogs, los buenos blogs. Y cuando me refiero a buenos blogs no hablo de aquellos en los que una señora ama de casa recopila fotos de sus nietos como si fuese un álbum, ni tampoco esos en los que adolescentes declaran su ferbiente amor por Justin Bieber. No, no, no! Cuando digo  buenos blogs, digo: esos que tranquilamente pueden ser libros, pero ahí,  en la computadora, y con la emoción de que aún pueden quedar capítulos sin escribir.
La Peleadora (http://lapeleadora.com) es uno de los tantos blogs de Carolina Aguirre en los que nos podemos deleitar con los relatos de "la vida con un carácter de mierda". Si bien la última entrada del blog fue publicada en diciembre de 2009, nada de lo que está ahí bolcado con palabras precisas pierde vigencia. Todo lo que nos irrita de aquell@s que no son como nosotr@s, y que a menudo son consideradas personas "normales", no como La Peleadora, una mina con mala onda, harta de convencionalismos, cero sociable, pero al mismo tiempo cero hipócrita.
Aguirre es autora también de Bestiaria (http://bestiaria.blogspot.com), cuya última publicación fue el 29 de julio del presente año, lo que nos induce a suponer que está aún vigente, y que en cualquier momento la autora nos sorprenderá con nuevas historias de "mujeres fantásticas y reales".
Cuando nos identificamos con lo que leemos, o encontramos reflejada en la lectura parte o totalidad de nuestro mundo, incursionamos en una experiencia deliciosa que nos deja ansias de más. Por eso Bestiaria y La Peleadora, son blogs fundamentales. Y si se quedan con ganas de más textos de Carolina Aguirre, y quieren salir de las letras digitales, pasen al plano libro con Bestiaria (libro homónimo del blog) y "Ciega a Citas".


*Y para seguir a la autora en Twitter: @aguirrecaro

martes, 9 de agosto de 2011

Los patricios**

Hace diez años, los Redonditos de Ricota dieron lo que sería su último show en el Chateau de Córdoba. Dejaban atrás 25 años de transición democrática, rock rabioso en medio del pop alfonsinista, verdad callejera en medio del cinismo menemista, hastío en vísperas del derrumbe delarruista y un fenómeno litúrgico y masivo único que los superó en número, violencia y demanda. Adelante asomaba, además, Cromañón. Diez años después de aquel show, a pesar de los insistentes pedidos de la grey, el Indio Solari y Skay Beilinson se han peleado públicamente, han grabado discos solistas en los antípodas y transitan caminos alejados, cargando lo que a cada uno le tocó en la separación de bienes. ¿Qué fue de esta década sin los Redondos? ¿Qué dejó y qué se llevó la separación? ¿Y desde qué lugar mira todo Patricio Rey?




* Por Mariano Del Mazo

El arco trazado es perfecto y convoca a una hipótesis: pese a haber nacido en dictadura, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota –las letras, el ánimo de su música– reflejó de un modo impecable el derrotero de la democracia. De la luminosidad de su disco debut de 1985, Gulp! (“¡A brillar, mi amor!”), al tenebroso clima de Momo Sampler (“¡No da más la murga de los renegados!, ¡no da más!”), la vibrante y retorcida lírica del Indio Solari y también los riffs sinuosos de Skay Beilinson retrataron la fiesta alfonsinista, el cinismo menemista y la incapacidad delarruista. El 4 de agosto de 2001, en el estadio Chateau Carreras de Córdoba, el Indio terminó con su garganta cascada (“la gola a media asta”) la frase final de “Un ángel para tu soledad”. Fue el segundo bis, fue la última imagen del naufragio. Nadie lo sabía, ni ellos: incluso tenían programado un concierto en Santa Fe para noviembre.
El país se despeñaba hacia la desintegración. El uno a uno se tornaba insostenible, Cavallo asumía el poder total y la Alianza exhibía una ineptitud supina: no parecía el marco adecuado para los conciertos ricoteros, cada vez más masivos, violentos e incontrolables. Acontecimientos federales, itinerantes, que fusionaban temerariamente la mística de Grateful Dead con los modales de la barra brava de Chacarita. La fiesta se desarrollaba, habitualmente, a dos centímetros de la tragedia. Por otro lado, lo que parecía una impasse mutó en acotadas revelaciones periódicas (cada espaciada entrevista que daban por separado) del malestar interno de la banda. Una banda que no era tal: como dijo el Indio Solari, los Redonditos se reducían a un trío: “Skay, Poli y yo”.
Por esos días, Skay le dijo en una entrevista a este periodista: “Se acabó la magia, el misterio. El Indio también hacía tiempo que quería parar y el nacimiento de su hijo habrá influido. La verdad es que todos necesitábamos un cambio. Decidimos tomarnos un año sabático. Un año sabático no tiene que durar exactamente un año. Pueden ser dos, tres años. Quién sabe. Llega un momento en que uno no se sorprende con las ideas del otro”.
Beilinson estaba a punto de editar su disco A través del Mar de los Sargazos; Solari empezaba a trabajar en lo que sería El tesoro de los inocentes (bingo fuel). Internet se pobló de foros de freaks y fans ricoteros que analizaban entre la angustia y la ilusión cuál era la situación de la banda, y en el primer show en vivo del guitarrista, en noviembre de 2002 en el Teatro Roxy de Mar del Plata, se escuchó un cantito que a partir de entonces fue el mantra de cada presentación del Indio o de Skay: “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”.
Una súplica vana: el daño estaba hecho y parecía irreversible. El concierto del Chateau fue la terraza de Let it Be de Los Beatles, y el histórico comunicado de abril de 1970 anunciando el final de la banda de rock más importante de todos los tiempos fue, en este caso, en el de la banda de rock más importante de la Argentina, el estallido de un conflicto que redujo el romanticismo que siempre rodeó y pregonó la banda en un vulgar problema de dinero. El final develó el eufemismo de “los dos, tres años sabáticos” y llegó de una manera un tanto miserable para la gloriosa trayectoria de la banda: un mezquino cotorreo público alrededor de unas valiosísimas grabaciones de audio y video de los últimos shows, algunas de ellas filtradas en la red. ¿Quién las tiene, quién las cuida, cuánto cuestan, quién las filtró? Lo que empezó como una celebración vital de rock y desenfreno, se desplazó hacia estudios de abogados. La pelea Indio vs. Skay-Poli se desarrolló en los diarios y en un comunicado de Solari por Internet, y está atravesada por el rencor y la desconfianza. Esa fue la lápida de Patricio Rey: una historia una fábula demasiado bella para ser cierta; un sueño hippy, o beatnik, con palabras hechizantes como “contracultura, independencia, rock antisistémico”, etcétera. Una larga noche de sexo, droga y rock and roll que duró casi 25 años. Una noche de cristal que se hizo añicos.

NOTICIAS DE AYER

Se ha escrito hasta la extenuación: los Redonditos de Ricota empezaron siendo una banda de sótano con una convocatoria módica (básicamente intelectuales, artistas, periodistas), sustentada por una idea de performance que completaba su rock and roll elemental. Alrededor de la figura alegórica de Patricio Rey, destacaban las letras intrigantes del Indio Solari herméticas, drogonas, lunfardas, con toques de ciencia ficción, apuntes de política internacional, metáforas siempre sorprendentes, su voz arrabalera y áspera, el buen gusto y la economía y los riffs adhesivos de la guitarra de Skay. La puesta en escena era parte del concepto. Encantadora y caótica, Skay aparecía con pilotín y sombrero, Enrique Symns monologaba entre tema y tema y podía ser interrumpido, quizá, por Silvia Peyrou totalmente desnuda... y así. El clima de jolgorio de aquellos años, los ’80, se puede palpar en cientos de grabaciones piratas que circularon por los parques y que se mudaron a la red.
Progresivamente, la banda atrajo gentes de otros barrios y, mientras su música se complejizaba sin perder la impronta de rock and roll, las salas comenzaron a quedar chicas. El Indio afiló su poética hasta convertirse en uno de los letristas más interesantes del rock argentino e impuso enigmáticas frases que, aun en su complejidad y en las múltiples lecturas posibles, quedaron esculpidas en los corazones de un público que ya había dejado de ser esa clase media con veleidades intelectuales. Solari los definió como “los desangelados”: una tropa popular suburbana, víctima del modelo de exclusión menemista. ¿Cómo resonaban en esas almas desarrapadas versos como “Vamos las bandas, rajen del cielo”, o “Me voy corriendo a ver qué escribe en mi pared la tribu de mi calle”, o “Esos chicos son como bombas pequeñitas”?
Jamás hubo tanta distancia entre escenario y público. ¿Qué tenía que ver un guitarrista que había estado en el Mayo Francés y visto a Jimi Hendrix en Londres con esos chicos de cartón de Resero? ¿Y ese burgués calvo de chomba que hacía cine independiente experimental en La Plata y que debe haber tomado el último colectivo en 1981? ¿Cuál era el punto de contacto? La bola crecía imparable, paradójica: sin condescender a ninguna clase de demagogia, e incluso con actitudes antipáticas, la banda enamoró a su pesar. Esa fue la gran honestidad de Skay y el Indio: esa ausencia de retórica para la hinchada que se trasladó a la música en forma de textos eclécticos y una estructura de canción cada vez menos pop. Lo concreto es que se inventó una epopeya alrededor de esos cincuentones impávidos que venían de los ideales de los años ’60. La epopeya representó una serie de Woodstocks criollos al tun tun. La epopeya pronto soslayó el link estrictamente musical. Lo importante era estar, ir, sin que importaran las condiciones. Con o sin entrada, con o sin lugar para pasar la noche.
Fue un punto de inflexión en la historia del rock argentino: el público empezó a ser protagonista y a profundizar la nefasta cultura del aguante. Hace diez años, el último show de los Redondos produjo una diáspora que motorizó fenómenos previos como la futbolización del rock y sus derivados: las banderas, las bengalas... a ver quién tiene la bengala más larga. Dejaron la mesa servida para que Bersuit musicalizara proféticamente la debacle con “Se viene el estallido”, y “los desangelados” se diseminaron por ahí, por la banda de Cordera (en los antípodas de los Redondos: pura demagogia) y por La Renga, Los Piojos, Divididos. Ya latía el huevo de la serpiente de Callejeros. Bajo presión, el rock argentino se deslizaba por un callejón sin salida que chocó con Cromañón.

DECADRON Y DESOLACION

El sueño terminó, y no sólo el de Patricio Rey. Hoy, el Indio Solari es un sexagenario que vive encerrado en su castillo. Trata de domar sus fobias, educa a su hijo y, como cualquier hijo de vecino, envejece frente a una pantalla. Luce una inteligencia feroz en las tres o cuatro entrevistas que da por cada movida, saca discos impecables que no emocionan. Continúa el pulso cerebral de los dos discos finales de los Redonditos, Ultimo bondi a Finisterre y Momo Sampler: sonidos procesados, electrónica y su voz gastada, gloriosa y rockerísima voz tapada por una pared de capas y capas de sobregrabaciones. En la repartición de bienes, se quedó con la masividad y el misterio.
Skay anda con Poli por las calles de Palermo: curten la noche, la amistad y el buen vino. Saca discos que conservan aquella nobleza sonora de los Redonditos de los años ’80: pasa del rock festivo a la oscuridad, deja colar algún blues, algún ritmo balcánico, algún homenaje velado a Tom Waits. Hace extrañar las letras del Indio. En la repartija, Skay se quedó con el espíritu de los Redonditos, con el placer del toque y la bohemia, con el arte de Rocambole.
“Quisiera agradecer al doctor Guillermo, quien, Decadrón mediante, permitió que estuviera aquí”, dijo el Indio Solari el 4 de agosto de 2001. Después, uno del público le tiró un zapato: “¿Qué te creés, boludo? No somos Los Violadores. Vení al camarín a tirarme cosas”, toreó. Al final hicieron “Ji ji ji” y, ante el bramido de las 50 mil personas, “Un ángel para tu soledad”: “Alguna vez, quizá, se te va la mano / y las llamas en pena invaden tu cuerpo. / Y caés en manos del ángel de la soledad / y él gracias a Dios tampoco cree en lo que oye. / Angel de la soledad y de la desolación / preso de tu ilusión vas a bailar, a bailar, bailar”...
Así quedaron todos, presos de una ilusión: “Sólo te pido que se vuelvan a juntar”.
No falta mucho para que el mantra se vuelva karma.
Lo mejor que puede pasar es que jamás ocurra una reunión.
La extraordinaria historia de los Redonditos de Ricota y su mensaje libertario merecen la muerte definitiva.
El cadáver de Patricio Rey es demasiado bello.


lunes, 8 de agosto de 2011

Viva el Cáncer

Por Leonel Córdoba
@leonelcordoba

“CARACAS.- Hace unos meses, nadie hubiera podido imaginar a Hugo Chávez sin su camisa roja y un café humeante listo para un maratónico discurso televisivo; pero el cáncer ha hecho que el presidente venezolano cambiara sus hábitos, su estilo de gobernar y hasta su manera de entender la vida.”

Desde el comienzo de la columna se da a entender que Hugo Chávez podría morir, y así se terminaría otro núcleo comunista, socialista, revolucionario, subversivo, libertario, anticapitalista, etc. en América Latina.

Enrique Andrés Pretel de la Agencia Reuters escribió una nota publicada ayer por el diario La Nación, donde con vueltas en muchas partes y sin ellas en algunas otras, se encargó de dar esperanzas a aquellos fieles lectores del diario más conservador de la Argentina que creen que Chávez es el mal de la región y el cáncer (que ahora le llegó a él mismo, dirán) contagioso, aunque no exista el contagio, de nuestro país como camino a seguir.

En sus líneas, Pretel trata al presidente venezolano como alguien que se hace la víctima por su enfermedad y que trata de cambiar sus hábitos porque entiende que estuvo equivocado. Básicamente, sugiere que tiene cáncer por ser como es y por eso intenta cambiar su actitud. O el periodista es además psicólogo personal de Chávez o escribe sus sensaciones y deseos. Que son sus impresiones / deseos queda demostrado en el siguiente párrafo:

“Sus adversarios ven con recelo este incipiente acercamiento y muchos recuerdan lo poco que duró el anterior espíritu de reconciliación nacional, cuando restituido por sus seguidores tras un fugaz golpe de Estado en abril de 2002, empuñó un crucifijo para perdonar y pedir perdón a sus adversarios.”

No es importante que le hayan hecho un Golpe de Estado, no importa que la oposición lo haya llevado preso, no importa que hayan cortado la señal del Canal 8 de la televisión pública venezolana para lograr hegemonía mediática para las mentiras sobre el Golpe, no importa que la gente se haya dado cuenta y marchado hasta la Casa de Gobierno para pedir que restituyan al presidente. Lo único importante es que la oposición ve con recelo el incipiente acercamiento porque en 2002 cuando ellos mismo dieron el Golpe los perdono por lo que habían hecho. ¿Qué esperaban? ¿Qué volviera a la Casa de Gobierno, saludara a su gente y dijera: he aquí el nuevo Gobierno: quienes me derrocaron?

Enrique Andrés Pretel está a favor del fin del Gobierno de Chávez, no importa si es el cáncer. Ese es su deseo. Lo que escribe y lo que sugiere lo demuestran. Y por algo, La Nación decidió publicar la columna y no creo que sea para que se escuche una opinión distinta. Es una columna que estaban esperando y seguramente sus lectores también.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1395407-chavez-cambia-de-vida-para-luchar-contra-el-cancer